UIMP, la universidad de mi vida

UIMP, la universidad de mi vida – Laura Tejerina

Atravieso ahora una época muy dura en la que me planteo muchas preguntas sobre la universidad. Este cuatrimestre está siendo muy estresante, agotador y casi deprimente, y echo de menos lo que de verdad sería para mí la vida universitaria auténtica.

Cuando terminé el Bachillerato y la Selectividad, una compañera de la Olimpiada de Biología me contó que todos los veranos se organiza en Santander un mini-curso de una semana, de preparación a la universidad, conocido como «Aula Ortega y Gasset».

El curso tiene lugar en la UIMP (Universidad Internacional Menéndez Pelayo) y está destinado a los 100 alumnos que hayan obtenido las calificaciones más altas en Bachillerato en todo el territorio nacional. Se divide en dos fases de una semana (cada una con 50 alumnos diferentes), y el sistema de becas se hace cargo de absolutamente todos los gastos de los alumnos seleccionados: desplazamiento hasta Santander, precio del curso, alojamiento (en el Palacio de la Magdalena o en las Caballerizas) y manutención.

La experiencia merece mucho la pena. Yo fui una de las afortunadas que recibió una beca para participar en el curso, y disfruté de una de las semanas más felices de mi vida. Por la mañana asistíamos a conferencias de temas muy diversos, por la tarde teníamos actividades programadas, íbamos a la playa o nos enganchábamos a las múltiples opciones culturales y gratuitas que ofrecía la propia UIMP.

Por la noche, fiesta sin parar… Pero eso no impedía que nos levantáramos cada mañana llenos de energía y de ilusión por seguir aprendiendo en las charlas. Aquello era delicioso: conocimiento por puro amor al conocimiento, sin estrés inútil y dejando hueco para que sacáramos lo mejor de nosotros mismos y de los ponentes.

Lógicamente, la universidad que viene después no puede ser igual, porque de alguna forma hay que evaluar a los alumnos y examinarlos. Pero cada vez que pienso en aquellos días en los que aprender era lo más importante, me doy cuenta de lo doloroso que es aguantar a algunos profesores que te tratan mal o que esperan que te sacrifiques de forma exagerada por sus asignaturas.

Queridos profesores universitarios: si estáis leyendo esto, sabed que muchos alumnos no somos vagos ni queremos conseguir las cosas sin esfuerzo. Lo que queremos es que nos expliquéis bien los contenidos y que nos hagáis enamorarnos de vuestra asignatura. Estamos en la universidad porque queremos aprender, pero es vuestra labor hacernos sentir alumnos importantes y valiosos para que queramos seguir estudiando y aprendiendo.

Mientras eso no ocurra (por desgracia, muchos profesores creen que es mejor hacer sufrir a sus alumnos tratándolos mal y exigiendo una dedicación que ni ellos mismos son capaces de dar), para mí la verdadera formación universitaria que he recibido, la que me ha llenado, me ha enseñado y me ha hecho feliz, fue la que recibí en la UIMP.

Es una experiencia inolvidable que recomiendo a todos los alumnos que ahora mismo estén en Bachillerato y tengan expedientes académicos excelentes. ¡Buena suerte!

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