¡Qué difícil nos resulta valorar el trabajo! ¡Cuánto nos cuesta hablar de dinero sin tapujos, sin vergüenza, sin agachar la cabeza! Parece que desde siempre nos han enseñado que el dinero no es lo más importante… Y nuestros padres tenían razón: hay cosas infinitamente más valiosas, pero eso no significa que no necesitemos dinero para vivir, para pagar nuestras facturas, para tener una vida digna y para darnos nuestros caprichos. Pero como no valoramos el dinero, valoramos aún menos el trabajo de los profesionales independientes. La pregunta de oro… ¿Cuánto vale el trabajo de un autónomo?

¿Cuánto vale el trabajo de un autónomo? El problema de las tarifas justas

El primer gran quebradero de cabeza para un profesional autónomo a la hora de dar presupuestos –sobre todo dentro del sector servicios, en áreas donde el resultado del trabajo suele ser «inmaterial»– es fijar un presupuesto. Después de varios años pisando en diferentes sectores, mi consejo es que seas firme con tu propuesta: calcula cuánto vale tu tiempo y cuánto vale todo tu conocimiento (piensa en todo el dinero y en todas las horas de tu vida que has invertido en formarte) y crea un presupuesto que refleje el valor de lo que ofreces.

No se trata, por tanto, de ofrecer el precio más bajo del mercado, sino el mejor precio posible para un servicio de máxima calidad como el que vas a proporcionar. Y mantente firme frente a los comentarios típicos que la crisis ha puesto tan de moda:

«Ah, pero es que la empresa X me lo hace más barato»

Respuesta: «Muy bien, pues contrátalo con la otra empresa y ya me dirás qué tal se portan a nivel de calidad. Mi trabajo cuesta lo que cuesta porque es de máxima calidad.

«Uy, pero es que esa cantidad es mucho dinero»

Es una frase que desgraciadamente me ha tocado escuchar mucho desde que, como autónoma, creé Despierta y Entrena.  Por eso te pido, querid@ autónom@, que me ayudes tú también a concienciar a la población para que entienda que los profesionales independientes también tenemos que comer, y que la inmensa mayoría de lo que cobramos a los clientes solo sirve para compensar nuestros gastos interminables.

Recuerdo una clienta que me preguntó cuánto cobraba por una sesión de entrenamiento privado para dos personas, y justo era un periodo en que lo tenía en oferta: 32 euros en total, en vez de 40 euros. La clienta se echó atrás diciéndome que 32 euros era muy caro.

Pues bien, vamos a «desgranar» esos 32 euros, que son por un servicio de entrenamiento y que por tanto cuentan con un 21% de IVA:

• Quitamos el IVA: 5,55 euros.
• Quitamos el IRPF: Querida clienta, aunque a usted no se lo cobre por ser particular y no empresa, al final del trimestre tengo que darle el 20% de esa cantidad a Hacienda. Por tanto, se van otros 6,4 euros.

«De los 32 euros que estoy cobrando, 11,90 son impuestos, lo que me deja un beneficio de 20,1 euros por una hora de entrenamiento privado que estoy haciendo a domicilio, con los gastos y el tiempo de desplazamiento incluidos en el precio (sí, ahí está la gasolina o el abono de transporte). Y no olvidemos la preciosa cuota de autónomos que tengo que pagar al mes, ni el dinero que tengo que invertir regularmente para pagar la renovación del material que uso para esas clases…

Si 32 euros te parece caro para un servicio así, no olvides que detrás hay un profesional que está ganando en realidad menos de la mitad.

Si te ha gustado este artículo y te ha ayudado a reflexionar, te recomiendo este excelente post de mi maestra de reiki Amada Selina, en el que habla de otro grave problema del trabajador autónomo: la gran cantidad de clientes que, además de no respetarnos «económicamente», no respetan ni siquiera nuestro tiempo y se piensan que tenemos que estar a entera disposición de sus caprichos, retrasando citas indefinidamente o atendiendo en horarios de locos.

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