Llevo años intentando comprender por qué tantos y tantos madrileños conducen mal, «cebándose» con los aprendices de las autoescuelas, asustando a los viandantes con acelerones bruscos en los pasos de peatones y haciendo extraños adelantamientos en los que los intermitentes parecen no haberse inventado todavía.
Muchos me dicen que no me queje porque en otros lugares la situación es mil veces peor y que en Madrid, en el fondo, no se conduce tan mal… Pero yo me resisto a «conformarme»: desde que era pequeña he aprendido que «la única meta es el camino» y que, por tanto, todos debemos aspirar a mejorar siempre en todos los niveles, constantemente y durante toda la vida.
Una de las cuestiones que más me llaman la atención es la de no ceder el paso a los peatones. Cuando iba al colegio, tenía que enfrentarme a un paso sin semáforo en una zona con calles bastante estrechas. Para mi sorpresa, en más de una ocasión he tenido que correr para atravesar el único carril que separaba las dos aceras porque ningún coche era capaz de detenerse para perder cuatro segundos de su vida y permitir a una menor cruzar. Y, por si fuera poco, en una ocasión me llevé un susto de muerte porque un conductor aminoró la marcha para cederme el paso y, en el momento en el que puse el pie en el asfalto, dio un acelerón…
No sé qué extraño poder tiene el volante sobre muchas personas, ni qué atracción sienten estas hacia ese tipo de «bromas pesadas». En más de una ocasión he temido por mi vida, y me sigue ocurriendo cada mañana para ir a la universidad. Si tuviera fondos para una investigación sociológica, me encantaría demostraros estadísticamente que los dueños de los coches más caros suelen ser mucho más irrespetuosos con los peatones: conducen a mayor velocidad, no se detienen casi nunca y, cuando lo hacen (en esas ocasiones en las que no les queda más remedio), pisan el acelerador con el embrague a fondo para «presionarte» y, de paso, presumir de la potencia de sus motores. Me da mucha pena por todos aquellos que tienen coches caros y son excelentes conductores…
Aprovecho estas líneas y esta reflexión para preguntaros si creéis en la «conducción responsable» o, incluso, en una posible «conducción solidaria», mucho más empática y preocupada por los otros ocupantes de las vías públicas: si solo pensamos en nuestro coche o en la prisa que tenemos como conductores o peatones, ¿qué va a ocurrirles a los demás? Me entristece ver a peatones atravesando calles de cualquier modo y en cualquier lugar, aunque no haya un paso específico (o, si lo hay, sin respetar los semáforos). Aunque sea una viñeta de humor, os invito a ver esta creación de Cuánto Cabrón porque, en mi opinión, puede ayudarnos a reflexionar… Yo, por mi parte, desde que empecé a conducir, comprendí el riesgo que suponen ciertas conductas irracionales y ahora me comporto mucho mejor como peatona.
Si queréis saber más sobre mis «locas aventuras» en la autoescuela y/o al volante, os invito a que leáis la sección que creé en mi blog de Gaceta Joven. Pero, antes de cerrar estas líneas, me gustaría añadir una última observación recurriendo a una anécdota muy interesante…
En mis viajes por España he descubierto que los habitantes de la capital somos mucho menos «solidarios» con los peatones. En Galicia, por ejemplo, siempre me han cedido el paso, en cualquier ciudad o pueblo… Es más: cuando hice el Camino de Santiago portugués del interior, me horrorizó que, en numerosas ocasiones, el peregrino está obligado a atravesar la carretera, pero os puedo asegurar que hasta en esas circunstancias los conductores ceden el paso, sin que les importe nada más que la salud del que va a pie. La amiga que viajaba conmigo y yo alucinamos.
En ese mismo viaje, un amigo gallego nos llevó un día de mini-excursión en coche. Al comprobar que él también se detenía religiosamente para ceder el paso al peatón en todos los pasos, no pude evitar preguntarle: «Oye, ¿por qué todos los gallegos cedéis el paso a los peatones?» Mi amiga empezó a reírse y comentó que ella llevaba un tiempo conteniéndose para no preguntar exactamente lo mismo.
Él contestó, extrañadísimo: «Pues porque es la ley, ¿no?»
Simple, tajante y admirable.
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Totalmente de acuerdo contigo! Cuando se esta conduciendo en la calle uno debe ser muy cuidadoso, responsable, dar paso si te lo están pidiendo mediante cambio de luces o cornetas, total no vamos a perder mucho tiempo por dejar que uno o dos pasen para luego seguir con el curso que llevamos. Muy bueno tu post saludos…