Es difícil expresar con palabras cómo viví mi experiencia de ser olímpica de Biología, pero intentaré ordenar las ideas de la mejor forma posible…

Todo empezó en el paso de 3.º a 4.º de ESO (ha llovido bastante desde entonces). Se me presentó una de las primeras «grandes decisiones» de mi vida, ya que debía elegir el itinerario académico que iba a seguir, en principio, durante tres años más (aunque después, antes de empezar el Bachillerato, podríamos «cambiar de idea»).

Yo ya tenía muy claro que quería dedicarme a la Comunicación Audiovisual, pero también era consciente de mis limitaciones para el dibujo (francamente, no sé dibujar y lo odio). Dio la casualidad de que el único itinerario que me permitía librarme de tan odiosa asignatura era el bio-sanitario, así que decidí unirme a la aventura.

Las ciencias me encantaban, así que disfruté muchísimo de aquel año lleno de Biología y Química (confieso que odio la Física). Contra todo pronóstico, me fui abriendo camino en un mundo de «celulitas» y de moléculas. Estaba muy contenta con la posibilidad de adquirir una base cultural tan importante en el campo científico antes de pasar a la siguiente etapa de mi vida, que estaría consagrada a la comunicación.

En 4. º de la ESO participé en la Olimpiada de Biología de la Comunidad de Madrid, formando equipo con otros dos compañeros de clase. Nos lo pasamos fenomenal pero no conseguimos ningún premio porque el nivel era altísimo y había muchas preguntas que ni siquiera formaban parte de nuestro temario.

En 2.º de Bachillerato volví a la carga, esta vez habiendo dedicado incontables horas al estudio del libro (me lo planteé como una excelente preparación de Selectividad). La ayuda de mi profesora de Biología fue realmente valiosa y me animó a seguir esforzándome día tras día.

El resultado fue espectacular y absolutamente inesperado: gané el primer premio en la Olimpiada de Biología de la Comunidad de Madrid, lo que me dio derecho a 300 euros (bien empleados en financiar parcialmente mi ordenador nuevo), un curso de submarinismo y biología marina y, por supuesto, la participación en la Olimpiada Española de Biología.

La experiencia fue alucinante: varios días en Las Palmas de Gran Canaria, compartiendo habitación con otras tres olímpicas de Santander y haciendo actividades muy interesantes con mucha gente de mi edad. A todos nos unía la pasión por la Biología y las ciencias en general, lo que nos ayudó a superar poco a poco los exámenes teóricos y las prácticas de laboratorio que nos iban planteando.

Ahí quedó mi suerte, ya que mi preparación no fue suficiente como para superar la fase nacional (y hubo un par de exámenes en los que, muy probablemente, tuve un resultado desastroso). Hay quien pensará que no «gané» nada, pero lo cierto es que viví una experiencia inolvidable, conocí a gente maravillosa y disfruté de unos fantásticos días de descanso en Gran Canaria. No hay que olvidar que estaba en el frenético curso de 2.º de Bachillerato…

Además, tanto estudio dio sus frutos por otra parte: Mención de Honor en Biología en el colegio, y 10 en el examen de Selectividad de dicha asignatura. Ole, ole y ole 🙂

De aquella fantástica semana recuerdo muchas partidas de cartas, reuniones en las habitaciones para charlar y contar «chistes científicos», salidas a la playa, fiesta, muchas risas, pocas horas de sueño, aprendizaje intenso y una visita enriquecedora y divertida a Tenerife. Además, fue todo gratis 😛

Me gustaría animar a todos los que estén dudando sobre sus posibilidades en las fases autonómicas de la Olimpiada de Biología. Creo que merece la pena plantearse la inscripción, ya que  es una excelente forma de preparar la Selectividad, no hay nada que perder y se pueden ganar muchas cosas. Yo era de las que pensaba que nunca podría ganar una competición así, y aún me cuesta creer que ganara el primer premio. Así que… ¿por qué no intentarlo?

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