Con estas líneas comienza una larga lista de posts dedicados a mi colección de peluches. Pero antes, me gustaría aclarar un detalle importante: cuando empecé a «llevar un control» con mi inventario improvisado (un pequeño cuaderno que tiene ya las hojas desgastadísimas), me era imposible seguir un orden alfabético o cronológico, ya que tuve que anotar todos los datos según iba viendo los peluches en las estanterías. Esto quiere decir que los números asociados a cada peluche equivaldrían más o menos al «número de registro» de las bibliotecas.
Y con esto dicho y aclarado, comienza mi friki-objetivo de poner al día mi inventario peluchil (en esta web y en mi Flickr).
Me permito empezar por el número 2 de la colección, ya que tiene el «honor» de ser mi peluche favorito. He utilizado las comillas porque ser el peluche favorito de un niño no significa solo viajar por medio mundo y conocer a todos los amigos del colegio, sino también perderse de vez en cuando, sufrir paseos dentro de los bolsillos y acabar totalmente sucio, viejo y desgastado en pocos años.
Eso es lo que le ha ocurrido a mi pobre Junior, el pequeño husky siberiano de la foto. Me lo regalaron mis padres por mi cumpleaños en el año 2000, y desde entonces ha conocido varios países de Europa y África, se ha vestido de gala para las celebraciones navideñas… ¡Y hasta tuvo su propia caseta encima de mi mesa, construida por mí con piezas de Lego! 😉
Junior es la gran joya de mi colección y ese «juguete inolvidable» como lo eran Woody y Buzz en las fantásticas películas de Toy Story.
Imagen: ‘Junior’, tomada y cedida por Juan Manuel, un amigo de la familia.
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