José Miguel Angrisano, un vecino de Benimaclet en la Comunidad Valenciana, tiene un balcón de peluches que no pasa desapercibido.

La vivienda de Angrisano, situado en la calle Sant Esperit, llama la atención a cualquier viandante por la enorme cantidad de peluches que ocupan el balcón. Los vecinos le siguen regalando peluches o se los lanzan directamente, ya que vive en un primer piso.

Nunca es tarde para tener un balcón de peluches

Según explican en el diario Levante, José Miguel Angrisano tiene 50 años, pero sigue enamorado de los peluches. Dice que reflejan su persona y le suponen un consuelo tras una infancia difícil: perdió su pierna izquierda con siete años y por aquel entonces solo tenía un peluche de un león.

Pero la edad no importa: la pasión por estos juguetes no desaparece nunca. Su pintoresco balcón de peluches comenzó cuando un amigo sin techo le regaló un Spiderman, y desde entonces se encarga de comprarlos en el rastro.

La colección del balcón de peluches va cambiando poco a poco: José Miguel se queda algunos de los que compra –los que más le gustan– y recibe muchas donaciones y regalos de sus vecinos. Pero él también los regala a los niños, sobre todo aprovechando las épocas de fiestas en Benimaclet.

Su vivienda se ha convertido en una auténtica atracción turística, e incluso los comerciantes de la zona están encantados porque se acerca mucha gente a la calle para hacer fotos al balcón de peluches.

Dentro de poco el balcón cambiará de aspecto: desaparecerán los peluches porque José Miguel quiere crear un decorado especial con máscaras africanas y pintarlo con color plateado generando luces y sombras con forma de calamar.

Es su nuevo proyecto de cara al festival Benimaclet conFusión, que se celebrará el próximo mes de octubre.

Fuente: Diario Levante.

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